Lo encontramos un día nuboso, colgadito a un viejo Sauce del campo de nuestra escuela, ya viejito y por eso un poco misterioso. Ninguno de nosotros se atrevía a tocarlo, porque no era de nadie en particular. La maestra insistió en acercarse, en reconocerlo y develar el misterio. Lo hicimos. Aún no lo reconocíamos como parte de la escuela, descolgamos la lanita que lo ataba al árbol y nos animamos a abrirlo. Tres seres, tres nombres que aún no conocemos, un desafío: completar las hojas de un Diario de Aromas con uno que nos representara, expresar por qué lo elegíamos, a que nos hacía recordar, a qué estación del año y una pregunta que no solemos hacernos: ¿A qué huele mi escuela? ¿A qué huele tu escuela? El final del texto prometía un encuentro que esperamos con muchas ganas y un puente de comunicación con otra escuela rural. Con los aromas recogidos resta construir en el salón de clases un Museo de Aromas....
Ofreciendo aromas:
ROSA: La textura suave de la rosa amarilla y la delicadeza de estar en el patio de casa.
LAUREL: El guiso en casa y una ramita de laurel...
LAVANDA: Las cosquillas que me provoca y su olor agradable son los motivos de su elección.
NARANJA: Jugosa y carnosa. ¡Qué bien huele el naranjal!
CEDRÒN: El tecito de la tarde preferido.
ROMERO: Que rico olor tienes.
ENVIRA: Es un poco ácido, pero para mí, tiene mucho valor.
EUCALIPTUS: Para la tos; aroma a eucaliptus.
ORÈGANO: Fuerte, pero como me gusta en las comidas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario